Devocional Diario
¿Cómo puedo mantenerme fuerte cuando las pruebas parecen más grandes que yo?
Hay temporadas en las que el peso de las circunstancias se siente demasiado pesado para llevar… Oramos, pero las respuestas parecen lejanas… Intentamos ser fuertes, pero nuestra fuerza se agota.
Muchos creyentes se preguntan en silencio:
“¿Cómo sigo adelante cuando me siento tan cansado por dentro?”
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La historia de Mariela:
Mariela había estado cuidando a su mamá enferma por meses mientras equilibraba su trabajo y su familia. El cansancio llegó a ser tan profundo que incluso levantarse de la cama se volvió una lucha. Una noche, después de un día especialmente difícil, leyó:
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Habacuc 3:19 NVI
19 El Señor y Dios es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela y me hace caminar por las alturas.
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Mientras meditaba en esas palabras, entendió que Dios no le pedía encontrar fuerzas dentro de sí misma…… Él estaba ofreciendo Su fuerza para levantarla.
Mariela no sintió un cambio inmediato de energía, pero sí una confianza tranquila creciendo en su corazón. A la mañana siguiente enfrentó sus responsabilidades con una esperanza renovada, confiando en que Dios la sostendría paso a paso.
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Habacuc 3:19 nos revela dos verdades esenciales:
(1) Dios es nuestra fuerza, no solo una fuente de fuerza. Él se convierte en el poder que nos sostiene cuando la nuestra se derrumba.
(2) Él nos da la agilidad de una gacela; lo cual es una imagen de estabilidad, equilibrio y capacidad para avanzar en terrenos difíciles.
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Amados, Dios no siempre quita las montañas, pero sí nos capacita para caminar sobre ellas sin caer.
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¿Qué quiere enseñarnos Dios?
✝️Nuestro amado Padre Celestial nos invita a confiar en Él como Aquel que nos sostiene en los caminos empinados y rocosos de la vida.
✝️En lugar de depender de nuestra energía limitada o de nuestras emociones cambiantes, Él nos llama a apoyarnos en Su poder inagotable.
Cuando rendimos nuestros temores y debilidades, Él nos eleva a “lugares altos”: lugares de fe más profunda, paz mayor y fortaleza renovada.
Hoy puedes aplicar esta verdad simplemente orando: “Señor, sé Tú mi fuerza.”
Cuando te sientas abrumado, haz una pausa y recuerda: no caminas a ciegas; Él sostiene y guía cada uno de tus pasos.
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Oración:
Señor, gracias por ser mi fuerza cuando la mía se acaba.
Enséñame a confiar en Tu poder y no en mis propias habilidades.
Asegura mis pasos y dame la agilidad de una gacela en los lugares altos.
Eleva mi corazón por encima del temor, el desánimo y el cansancio.
Ayúdame a caminar cada día con confianza en Tu presencia y a depender de la fuerza que Tú me das.
Llévame a terrenos más altos para que mi vida refleje Tu fidelidad.
Amén.